¿Qué significa el cambio climático para la agricultura?

Durante el 2020, la selva amazónica perdió más de 11 mil kilómetros cuadrados -una superficie equivalente a todo el estado de Querétaro, México- a causa de los incendios forestales más grandes de la historia reciente de Brasil. El mundo entero observó con preocupación como este caso se repitió en todos los continentes provocando daños ambientales sin precedentes. Es claro que este, y otros fenómenos cómo la sequía extrema y las tormentas tropicales están agravándose año con año como consecuencia del cambio climático.

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Por más de un siglo, la civilización humana ha utilizado combustibles fósiles para cubrir su siempre creciente demanda de energía. La combustión de hidrocarburos ha elevado la concentración de gases de efecto invernadero en la atmosfera modificando radicalmente el clima del planeta entero. Con el acuerdo de París celebrado en el 2016, los gobiernos del mundo se comprometieron a tomar acciones encaminadas a frenar el cambio climático. Desafortunadamente, el reto ha demostrado ser demasiado grande. La población munidal y la demanda de energía seguirán creciendo. Además, sustituir totalmente nuestras fuentes de energía tradicionales con sus contrapartes renovables va a requerir una inversión enorme y en el mejor de los casos tomará varias décadas. Por lo tanto, se espera que el cambio climático continúe su curso y afecte todas las actividades humanas, incluyendo por supuesto a la agricultura. En esta edición de nuestro blog, queremos explorar las adaptaciones que el sector agrícola deberá sufrir para enfrentar al cambio climático.

 

Resistiendo el problema

          La agricultura global ha evolucionado por milenios para convertirse en un sistema altamente complejo y especializado. Hoy en día, la humanidad produce más y mejores alimentos que en toda su historia gracias a los grandes avances en la tecnología agronómica que dieron pie a la “Revolución verde” de las décadas posteriores a la segunda guerra mundial. Sin embargo, la agricultura continúa enfrentándose a grandes retos que dictarán su evolución en los próximos años. Sin duda, el más grande de esos retos es el cambio climático.

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          El aumento de la temperatura global promedio tendrá consecuencias obvias sobre los sistemas agrícolas. Las variedades modernas de los principales cultivos comerciales se caracterizan por su uniformidad genética lo que las hace más vulnerables a los cambios de temperatura que las plantas silvestres. Esto quiere decir que será necesario generar nuevas variedades de maíz, soya, arroz, trigo, etc. que puedan crecer en climas más cálidos mientras mantienen el rendimiento y la calidad a las que estamos acostumbrados. Tomando en cuenta que el mejoramiento genético es lento y costoso, seguramente podemos esperar un aumento en el costo de las semillas mejoradas derivado del cambio climático. En las regiones más afectadas por las elevadas temperaturas será imposible producir alimentos por el fenómeno de desertificación. Esto nos obligará a ser más eficientes en la utilización de las tierras de cultivo para poder cubrir la demanda global de alimentos.

          Por otro lado, de acuerdo con la comunidad científica el problema de la escasez de agua se intensificará con el cambio climático. Los mantos freáticos alrededor del mundo se han deteriorado de forma constante y los regímenes de lluvia se volverán cada vez más impredecibles obligando al sector agrícola a ser más que nunca eficiente en el uso del agua. Es obvio que, en poco tiempo, las tecnologías de riego de precisión y cosecha de agua se volverán indispensables para la mayoría de los agricultores de todo el mundo mientras que la agricultura de temporal se volverá cada vez más rara.

          La agricultura depende de muchas formas de la salud de los ecosistemas y desafortunadamente el cambio climático será disruptivo para muchos de ellos. Por ejemplo, los cambios en el ambiente pueden provocar la introducción de plagas más agresivas o totalmente nuevas lo que nos obligará a desarrollar técnicas más efectivas para su control.

          En resumen, el cambio climático obligará al sector agrícola a acelerar su evolución para ser más eficiente en el uso de los recursos y la producción de alimentos. Afortunadamente existen campos de la investigación científica que pueden contribuir a dicha evolución. La ingeniería genética, por ejemplo, puede ayudarnos a diseñar variedades de cultivos capaces de adaptarse a temperaturas elevadas, escasez de agua y nuevas plagas. El “internet de las cosas” aplicado a la agricultura permitirá optimizar el uso óptimo de los recursos como el agua y los nutrientes. Y la inteligencia artificial nos ayudará a diseñar soluciones para toda clase de problemas en la agricultura.

Contribuyendo a la solución

          La supervivencia de la humanidad depende de que todos los sectores económicos, incluyendo a la agricultura, contribuyan a desacelerar y eventualmente revertir el cambio climático. La clave es disminuir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera y el sector agrícola puede contribuir a esta causa de dos maneras: emitiendo menos gases y atrapando carbono en el suelo.

          Para emitir menos gases de efecto invernadero los sistemas agrícolas se deben rediseñar para eliminar el uso de combustibles fósiles. Ya existen algunos ejemplos de tractores eléctricos utilizados de forma comercial, sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer pues la inmensa mayoría de la maquinaria agrícola actual utiliza Diesel como combustible. También se están sustituyendo los sistemas convencionales de aplicación de agroquímicos con Drones que son mucho más eficientes en el uso de la energía. Eventualmente, la agricultura utilizará únicamente fuentes de energía renovable para todos sus procesos, hasta entonces, es necesario tomar acciones inmediatas para enfrentar el cambio climático mientras. Afortunadamente, existe en la actualidad una tecnología que hace posible la disminución del uso de combustibles fósiles: la agricultura de conservación.

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          De acuerdo con el Centro para el Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), agricultura de conservación se tiene como principio la mínima alteración del suelo lo que implica un menor uso de maquinaria agrícola y por lo tanto, menos emisión de gases de efecto invernadero con respecto a la agricultura convencional. Otro principio de la agricultura de conservación es la cobertura permanente del suelo con material vegetal que con el paso de los años incorpora materia orgánica al suelo. Esta incorporación masiva de carbono a los suelos agrícolas es benéfica porque hace más fértiles las tierras agrícolas, pero además tiene el enorme beneficio de remover carbono de la atmosfera contribuyendo a la solución del problema del cambio climático.

          Seguramente en las próximas décadas surgirán nuevas tecnologías que transformarán por completo la forma en que producimos alimentos y convertirán a la agricultura en parte de la solución al problema más grande que ha enfrentado la humanidad en toda su historia: el cambio climático.  

 

 

 

 

 

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